Través
Viajar en una tarde de agosto,
no es lo más adecuado.
En el puerto el calor obtuvo la máxima puntuación.
Y el letargo se adueñó
de una sarta de olores.
El combustible volátil, la salinidad
y ese extraño resquicio de basura.
Todo amalgamado
en mi estómago
generó una náusea amarilla.
Las moscas parecían pájaros
picoteando la piel
hasta hacer la espera del embarque
insoportable.
Ladrillo de luces.
Sudoríparas estampas de coches
y gente.
Subimos rápido al barco.
Coincidiendo con dos mujeres argelinas.
Una de ellas, la más joven, me dijo:
-Tú eres buena persona.
Y asentí para desmentir que sí, que era buena persona menos cuando escribía.
Vomité convulsa
y al fondo la tele emitía una película francesa.
Cuánto malestar vomitado en estos versos. Esperemos que así vuelva la buena poeta y mejor persona a su cotidianidad.
ResponderEliminarMe puse malísima Julio, aún no estoy al 100%, pero fue tremendo el dolor y asco. Lo escribí con ánimo de haber si se me pasaba ...Un abrazo, Julio, desde Mallorca.
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