Lo que pasa es una cosa, lo que se siente es otra.
Inútil grabado en esta piel de naranja.
El aguardar un cambio
en una pared de cal.
Puedes perder todo el oro del mundo
esperando una respuesta anodina.
Este café está aguado.
Las manivelas no cierran lo suficiente
y la esperanza se escapa
como un gas nervioso.
Cuántas veces me engaño
buscando el amor en tu mirada.
La mano traviesa hurgando mi corazón
descompuesto.
Un abrazo que derive en bahía.
Y tu cabeza vuelva al control remoto
de la empresa en qué construimos un acueducto.
El problema no soy yo.
Aunque hayas plantado mil árboles
de frutos de cicuta.
Y me hayas hecho la protagonista
de miles de letreros mercenarios.
El problema lo tienes en el bus.
Que te transporta a la amnesia del opiáceo.
Que cree que la cotidianeidad
es un escorpión para las víctimas.
Y que va a perder la mejor mujer
que topó con el desperdicio oculto.
La que lo quiso con sus sombras.
Y vio el abismo que lo acosaba.
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