Jónicas
Las colinas griegas tienen
una pose
de obra a medio gas
y sin embargo, cobijan
épocas donde un viaje duraba
lo que un sueño irrealizable.
Así es el amor
en medio de una autovía,
desaceleración de motores
y chiste para los pájaros.
Porque tal vez no amamos la ruina
ni el atardecer,
sino lo que en sus poros acontecieron,
como una nuca besada con olor a morfina
o el hito de la decadencia
de quién tuvo en sus manos la esperanza
y ahora escarba la piedra.
Para encontrar.
La vez en esa bajada
entre los espinos
el templo más de tus ojos.
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