Paz
En la antigua Grecia
las máscaras confrontaban
la desgracia con la sorna.
Era el teatro más desgarrador
donde mataban a los actores
en busca de un mayor realismo.
Las redes se postulan
en este caso, donde un labio leporino
sucede a uno voluptuoso
con inyección y tímpano.
La pena de que los conflictos
residen en constante armonía
frente a la inutilidad humana
de llorar frente a tumbas de píxeles.
En el rostro del señor
que con un vaso-reciclaje
pide limosna en el portal del super.
En la obesidad de los precios.
En la superficie de todo lo que brilla
sumergido en fritanga.
No me gusta el sufrimiento:
la empatía la engulle
y me destroza como un telediario
frente a la mirada infantil.
Paz, por favor.
Soluciones sin colateral.
Paz y que la demagogia
se calle en su dirección pagana.
Paz.
Paz.
Paz.
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