Poeintríseca.

Tengo una rosa en medio de la mesa
que precederá a mi desintegración
y espinada enhebra cada sílaba, en noches de viento
con los cirios arruinados
a santos sin cara.

Quisiera saber si en este tiempo el flamenco anidó en su coraza
y el óxido de esta armadura dibujó en odio mi nombre
aunque fuese en la pesadilla de vivir tras la máscara,
en un film de terror con el cuerpo de anguila
lamiendo todo su ser, inalcanzable
universo, en emboscada de coyotes
devorando este alambre que sostiene la electricidad
de una rueca
llama
chispazo
a fin de cuentas de la celeridad de Cronos
y todos sus titanes.

Y si la ciénaga ya no espúmea
diga la respuesta del acertijo,
cual es la ponzoña adecuada
para borrar el acantilado
que supuso usted en la tiranía salobre 
de todas mi terminaciones.

Hombre marinero, de lagos, fuentes,
estanques y playas.

En su cartografía genital.

Confiese y diga cuando bebí
de lo que no debía
para acabar siendo una paloma anillada
que devota reza al sueño.

Conocedora de su furia.

Mema de mí.

Siendo mar cómo puede el fuego amaros.
Siendo viento cómo puede el rayo desearos.

Minotauro entregado a las fauces,
no somos más que despojos y destrucción.

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