El hombre de las ventanas azules.

Con el mar en cama y con el oleaje de páginas de anime
vamos filosofando de la vida, con el clasismo
de que Perrault para mí será la preferencia más absoluta.

Subsana la manía de llamarme "niña"
cuando la diferencia de edad
me incomoda hacia la escalinata en mi contra
con tu silueta de poema de Popelka
que arropa la curvatura de  mi signo interrogatorio
versando las desnudeces
en la cresta.


Me gusta el traje chaqueta de pana,
las gafas ocultas y tu capacidad,
narrativa que junto a mi caldea de poema
han creado ritmos de prosa, aún sabiendo
que no distingo el rock del sur o del norte.

Eres el hombre devora novelas
con gustos estrafalarios y no sé que cavilar,
si serás broche o paraguas,
vivamos, pues, este martes con la prolongación de una ida
y no preguntes a que sistema correspondo en la mundología de los insectos
deja que piense que soy un mariposa
deja que el verde florezca en muguete
deja que me acerque lentamente como una gata que fue escanio
primero en un tejado de zinc
y luego en un tranvía llamado deseo
que me dejó en la alameda atada a un tronco.

No quiero pensar en el futuro
ni que tu piel tersa y joven
no la merece la Sra. Robinson

Sólo te pido una cosa
en esta marejada de cómics,
acércate y vuelve a besar mi boca.


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