El cuento de Jerry Ton Ton y Little Loise Line. El desencuentro entre el mar y la montaña.
La mocosa Little Loise Line cada jornada subía una montaña
con la misión inevitable de que desde su cima
el desaparecido y acérrimo Jerry Ton Ton
escuchara el eco que emitía su boca.
Gritaba tan alto que las hojas de los árboles t e m b l a b a n
y las olas cambiaban de dirección mar adentro:
-Jerry, me oyes, me oyes, oyes, yes. Jerryyyyy.
Jerry, Jerry Ton ton, Tonto n Tonto n.
Sal, al, l, de la madriguera y escucha mi ver ver si si si ón.
Madri, madri, guerra.
Exhausta hasta que su voz quebrada se perdía con la misma intensidad de la noche en verano.
Pero, el eco, es astuto y viaja por todo el mundo a través de los aviones, de los susurros de las moscas, de los besos de los niños llegando en un hilo de alambre
hasta el tímpano del mago excéntrico de Jerry Ton Ton, que había decidido
retirar la palabra a la única persona que creyó en él desde el principio:
-¡Jerry eres un mago, haces que las palabras cobren vida!
Que desinteresada lo cuidó y había ejercido de esclava de la Monarquía Absoluta,
a cambio...¿De qué? Un portazo y un dedo índice que la acompañaba
a la puerta de la mazmorra, del polifacético Jerry Ton Ton
que había decidido hacerse escultor de hormigas y otros insectos
y que no entendía que él le hacía daño con su fustigación de verdugo.
Jerry buscando la respuesta en los ángulos muertos
sin retratar lo que se dice mucha vida, más piedra que gente que ríe, que llora, que miente;
recibió la misiva de Loise escrita en el espejo de baño;
porque esto es un cuento y aquí todo es posible,
menos el entendimiento de Jerry y su devota amiga
que pasó sus baches por los trucos de la taumaturgia
de un chiquillo con la cara llena de granos que quería ser poeta.
Con el vaho de la ducha, aparecieron las exclamaciones,
procedentes del corazón de la pequeña desde la sierra, cuando él que buscando su perfil bueno halló la pregunta de Little; que asumió con una rabieta, él que siempre hablaba
de hermandad y paz entre las chinches.
Con fuego desde su traquea igual que un dragón encendido, él dijo:
-Pesada atraviesa paredes, farsante de poemas y sortilegios,
plasta que pega más que la cola,
eras mi servidumbre exquisita
y no sabes el honor que era en mi reino
que fueses el conejo de indias para mis pulgas,
la limpia cacas, la recoge colada de la calle, la compra-pilas,
y friega juntas de un extraordinario prestidigitador
Jerry gesticulando limpió con un paño los ruegos de la incomprensión.
Loisy seca ya de garganta por la pena decidió vencida por el hastío bajar la colina.
Y Jerry guardó sus palabras dentro de un tarro vacío de confitura
mientras perjuraba que ella no era más que una desagradecida
y Little Loise Line flor cerrada de tanto desprecio
guardó como un pañuelo de lino el último beso del cuerpo de Jerry
y lo tragó para que viviera con ella por siempre
en el dedo diminuto de su pié derecho, y
conocer en que estado se hallaría su amigo, aunque no supiera donde moraba.
Y Jerry lloró una sola lágrima de tinta
y con ella hizo un conjuro, no volver a abrazarla jamás en su vida y recorrer ciudades con huecos
de perspectivas y conversar a la nieve las cosas que nunca se atrevió a contarle.
Loisy mira las estrellas.
Jerry Ton Ton no tiene cielo.
Porque esto es un cuento, y aquí todo es posible
hasta el perdón más injustificado.
con la misión inevitable de que desde su cima
el desaparecido y acérrimo Jerry Ton Ton
escuchara el eco que emitía su boca.
Gritaba tan alto que las hojas de los árboles t e m b l a b a n
y las olas cambiaban de dirección mar adentro:
-Jerry, me oyes, me oyes, oyes, yes. Jerryyyyy.
Jerry, Jerry Ton ton, Tonto n Tonto n.
Sal, al, l, de la madriguera y escucha mi ver ver si si si ón.
Madri, madri, guerra.
Exhausta hasta que su voz quebrada se perdía con la misma intensidad de la noche en verano.
Pero, el eco, es astuto y viaja por todo el mundo a través de los aviones, de los susurros de las moscas, de los besos de los niños llegando en un hilo de alambre
hasta el tímpano del mago excéntrico de Jerry Ton Ton, que había decidido
retirar la palabra a la única persona que creyó en él desde el principio:
-¡Jerry eres un mago, haces que las palabras cobren vida!
Que desinteresada lo cuidó y había ejercido de esclava de la Monarquía Absoluta,
a cambio...¿De qué? Un portazo y un dedo índice que la acompañaba
a la puerta de la mazmorra, del polifacético Jerry Ton Ton
que había decidido hacerse escultor de hormigas y otros insectos
y que no entendía que él le hacía daño con su fustigación de verdugo.
Jerry buscando la respuesta en los ángulos muertos
sin retratar lo que se dice mucha vida, más piedra que gente que ríe, que llora, que miente;
recibió la misiva de Loise escrita en el espejo de baño;
porque esto es un cuento y aquí todo es posible,
menos el entendimiento de Jerry y su devota amiga
que pasó sus baches por los trucos de la taumaturgia
de un chiquillo con la cara llena de granos que quería ser poeta.
Con el vaho de la ducha, aparecieron las exclamaciones,
procedentes del corazón de la pequeña desde la sierra, cuando él que buscando su perfil bueno halló la pregunta de Little; que asumió con una rabieta, él que siempre hablaba
de hermandad y paz entre las chinches.
Con fuego desde su traquea igual que un dragón encendido, él dijo:
-Pesada atraviesa paredes, farsante de poemas y sortilegios,
plasta que pega más que la cola,
eras mi servidumbre exquisita
y no sabes el honor que era en mi reino
que fueses el conejo de indias para mis pulgas,
la limpia cacas, la recoge colada de la calle, la compra-pilas,
y friega juntas de un extraordinario prestidigitador
Jerry gesticulando limpió con un paño los ruegos de la incomprensión.
Loisy seca ya de garganta por la pena decidió vencida por el hastío bajar la colina.
Y Jerry guardó sus palabras dentro de un tarro vacío de confitura
mientras perjuraba que ella no era más que una desagradecida
y Little Loise Line flor cerrada de tanto desprecio
guardó como un pañuelo de lino el último beso del cuerpo de Jerry
y lo tragó para que viviera con ella por siempre
en el dedo diminuto de su pié derecho, y
conocer en que estado se hallaría su amigo, aunque no supiera donde moraba.
Y Jerry lloró una sola lágrima de tinta
y con ella hizo un conjuro, no volver a abrazarla jamás en su vida y recorrer ciudades con huecos
de perspectivas y conversar a la nieve las cosas que nunca se atrevió a contarle.
Loisy mira las estrellas.
Jerry Ton Ton no tiene cielo.
Porque esto es un cuento, y aquí todo es posible
hasta el perdón más injustificado.
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