El corazón.
I
Nací con las manos pequeñas
a desmedida del corazón.
II
Mi abuela
tomó mis manos
y en un acto de futurología predijo:
María,
tus manos son pequeñas
a desmedida del corazón,
debes protegerlas,
tenerlas en agua con sal marina.
No podrás,
vivir,
fuera del océano.
Tus manos, María,
son dos estrellas del mar.
III
En la cocina miraba las estanterías
que adornadas con puntillas
vestían de novia a los tarros en conserva.
IV
Con esos ojos de bola...
La abuela María, enseñaba los secretos de la alquimia,
de convertir en colorantes
el amor de las manos desprendidas.
Cortaba las judías a dobleces,
explicando que no usara el metal en mis guisos,
el pimiento desgranado sobre fuentes de vidrio
y la harina espolvoreada
como los campos nevados de Polonia.
Tenía,
el don.
Nací con las manos pequeñas
a desmedida del corazón.
II
Mi abuela
tomó mis manos
y en un acto de futurología predijo:
María,
tus manos son pequeñas
a desmedida del corazón,
debes protegerlas,
tenerlas en agua con sal marina.
No podrás,
vivir,
fuera del océano.
Tus manos, María,
son dos estrellas del mar.
III
En la cocina miraba las estanterías
que adornadas con puntillas
vestían de novia a los tarros en conserva.
IV
Con esos ojos de bola...
La abuela María, enseñaba los secretos de la alquimia,
de convertir en colorantes
el amor de las manos desprendidas.
Cortaba las judías a dobleces,
explicando que no usara el metal en mis guisos,
el pimiento desgranado sobre fuentes de vidrio
y la harina espolvoreada
como los campos nevados de Polonia.
Tenía,
el don.
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