Divagaciones...

Era otoño
y los botones
ya habían emigrado
a la desnudez de Noviembre,
las cúpulas errantes de Venus.
Pero, tus brazos
avistaron el tejido
y cruzaste la hemorragia
del abandono
Abrochaste la camisa
con cada una de tus manos
Y no sentí el frío
de las prendas
que sin cuerpo
cuelgan de los percheros
de los almacenes
En la camisa, tus manos,
para cerrar cada abertura
con el pájaro de invierno.
Un beso
al abrigo de nidos
en sótanos
con humedades
de cremalleras rotas.
Para cada una
de nuestras aberturas.
El adiós.

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