De película.

Este barlovento aún vigente, no me incordia,
en absoluto, desnudos sobre la franela morada;
cierro la visión y siento la brisa césped que precede
de sus turgencias.
Me transporta a una colina al este que le den,
hasta las cumbres borrascosas,
dónde el protagonista con su auto fallece en una cursiva.

Cada vez que salgo por la puerta

de su casa.

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