Veinte de agosto.



La palmera nos servía de parasol
y las botellas obedientes
eran casadas con cada uno de sus tapones.

Me llamaba la atención el verde con una limonada
con extracto de saúco. Y un corcho
que parecía un cohete espacial
a punto de volar al farolillo.

A veces la vida.
Es eso.
Y nada más.

Una tarde de agosto con insectos llovizna,
poemas rompe puertas, caras que abren cielo
y unos cipreses 
                       aguardando 
                                        el otoño





Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de "Hasta dónde el daño" de Fer Gutiérrez

Reseña "Piscina del Oeste" de Ágata Navalón

Reseña "Pústulas" by Raúl Ariza