Soplo de cola.

Ni los guarecidos oleajes serruchos,
ni el martilleo de un teclado
escribiendo cien veces:

-No volveré a amarlo,
no volveré a desearlo,
no volver simplemente.

Si ese hombre carpintero pájaro
era una central nuclear,

había dejado radiactividad
por todas las asas,
los mangos,
las espátulas de mi cuerpo-casa

¿por qué dejar ebanista?

¿por qué decir la evidencia clava?

¿por qué dejar de escribir 
en el lienzo?

Sí cada vez que mira colgada
tal cuadro en una pared...

A través del ojo espejo.

Lees que te amo.


                Lluïsa LLadó.

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