Súper Style

Existen viernes, en que una ciudad cabe en un supermercado.
Con los poetas de mirada ausente
que se pierden por sus callejones
y voltean como hilos pegados a su aguja.
Poetas, con abrigos de norte,
que se topan de bruces y sonríen,
a pesar de los palos de las marchas,
y de que los suavizantes que huelen a romero
son microcápsulas que estafan al corazón.
No te parece, con nuestras toses distintas,
con los cuerpos abducidos
por chaquetas antipoemas.
Voces ahogadas por los látigos
que conversan del nudo
que habita en el cuello del cisne.
Qué el cansancio viste de Diciembre.
Y un amigo rescatado de la sección del olvido
llena el carro aunque
las ruedas nos lleven a los productos de masas.
Un sorbo de campaña.
Entre poetas en fase de espera.
Remedios de cena exprés
y mi café deshidratado.
Los poetas nómadas entre los ultraportátiles
y la cajera del coletero macramé.
Se saludan. Se bendicen.
Y buscan la salud por los bolsillos.
Y guardan el cambio
para comprar un mechero.
Y encender la luna.
Qué esta noche desea ser el sol.

La amistad, buen verso
que macera y crece.

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