Volver a casa

Siempre que miro el azul

busco ese avión

que se dirija a un hangar de terciopelo.

Se llenan los ojos de premura

y localizo el reguero espumoso

de alguna nave que, en su tránsito,

haya al cielorraso cosido un ojal.

Lo aviones son los mejores amigos

de la gente.

Se acicalan de metal incombustible

y acarician el polígono ánade.

Pienso que rutan "encajetillas"

y borderías de hilo de nylon

en su idioma de crucero.

Coser no es tarea fácil

ante el desconocimiento

de los pájaros aerolíneas.

Siempre que miro el azul, 

el hogar está más cerca de la mañana.



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