Víboro

Existe en la Navidad un hijo putísima

que trunca al más débil y solícito sarmiento.

Enano de manos pequeñas

que has vulnerado a la flor más frágil.

Arco iris de conjuntivitis.

Relicario de caniche.

Un maniquí que dejó de crecer a la edad de los almendros,

para adueñarse de mi pertenencia

y sorber cada hilo de vida 

como en la transferencia 

del bordado de una casulla.

Mis hijos son los filamentos

de estuarios 

de un cuerpo humano

que vive con el diezmo 

de una emoción embargada.

Tú tendrás el pago de tu escoria.

Voy a rezar cada negrura 

para que así sea, y tengas la micosis 

de los pulgares.

Quién mal hace a mis hijos.

Muere con un poema en la frente.


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