Spider

En agosto, ocurrió una cosa atroz,

el árbol en que pernoctaba

se convirtió en una tarántula.


Siempre supe que The Cure

había calado fondo

en mi perspectiva casual

de ver la vida con los labios carmesí.


Porque, en ocasiones, creemos

que la etimología de los nombres

da derecho a la sumisión 

y a dejarnos pisar innumerables veces

por todo tipo de loco-motoras.


Esa araña se disfrazó de verde, 

el mismo color de la rabia,

y se adueñó de cada uno de los átomos

que regentaban mi respiración.


Creí que por ser altar, cumbre y ombligo

le debía rendir una pleitesía

a cualquier precio. Justificante

de cada uno de los clavos:


Adhesivos de mi trauma-logía.


Hace tres meses exactos

que sufrí la tala.

Rompí la telaraña.

Y sobreviví gracias

al cobijo de unas personas

con el corazón burdeos.


El silencio demostró

lo poco que importaba.

Sin cielo, en los últimos tiempos

con el refugio de la poesía.

Y el dolor alacrán

que se desvanece lepra y hollín.


Tres meses que no sé nada de usted.

Madre araña, árbol verde.

SEQUÍA.


Tal vez, sea la última lección.

La obra maestra de la supervivencia.

Cuando he llamado y mi móvil estaba bloqueado.


Sé que ya toca reunir los bártulos

y migrar a otra ciudad.

Saber que esta tragicomedia

me induce a empezar de cero: 

la cifra de un nuevo camino.

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