Arrugas en el entrecejo

La tensión de tu rostro se reverbera en el cristal
de la ventana.

Veo tu mohín desencajado:
una mezcla de ira y resentimiento.
Yo quisiera con una cuchilla
eliminar el prefijo,
pero es inútil cortar la cabeza
de un cuerpo inhóspito 
sin inundar de sangre mis ojos.

He visto. La he visto.

Cuando tú creías que yo no era capaz
de observar el reflejo
de la arruga.

Me he puesto triste...
¿Quién puede odiar el pétalo?

Ya no entiendo nada.
Porque yo no pido que el árbol
contenga a la noche os-cu-ra.

Acaso es la dependencia.
La raíz que ha nacido en tu hígado.
La resignación 
de no tener la primavera
llenando un vaso
de mosto.

No te pido nada. Respeto, eso sí,
pues lo dañino en mi casa
no es bienvenido.

La molestia del trago espeso.


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