Flotadores
La lluvia aporta benevolencia.
La calma, con su teclado.
Ante la aspereza
para convertir
en un concierto, la noche.
El musitar de los monosílabos
que ahuyentan a los malos espíritus
y te recuerdan aquellas cascadas
que de niña veías en el cine de barrio.
Sí, la limpieza cinematográfica
para asear los ojos ante la hipocresía.
Por ello, agradezco que esta fuente del cielo
cobije la humedad, del que resbala.
Para bendecir a los que en la caída
aprendemos que lo negro por mucho filtro
es zaino y que la gente de corazón
naufraga, pero sale a flote.
Siempre a flote.
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