Ya lo decía el señor del sombrero y el monóculo.
Autopsicografia
O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente.
E os que lêem o que escreve,
Na dor lida sentem bem,
Não as duas que ele teve,
Mas só a que eles não têm.
E assim nas calhas de roda
Gira, a entreter a razão,
Esse comboio de corda
Que se chama coração.
Fernando Pessoa.
Pessoa decía que el poeta
era un gran fingidor
por eso en esos fingimientos los alaridos de los tejados
contra el rayo solar
pueden asemejar en las noches de Las Perseidas
un estrella dentro de la astrología
de lo que jugó sin el extracto
de aquellas limas capaces de romper las cárceles.
Cárceles de gajos que supuran dentro de nosotros,
donde duermo en cadencia perpetua
y yacida de cumbres
no temo muerte alguna
de esta piel que sabe a pomelo y a membrillo,
de las piernas en flacidez
de noches en vigilia
siendo mar, mar, mar,
contra el interior humano
de toparnos ante la indefensión aprendida de que nada es lo que parece,
por eso en fingimientos vamos tatuando cada esquina del cuerpo
y llamamos amor, a la daga,
en este paseo de los Jardines de Calixto y Melibea
en que usted estimó más la cadena
de oro, y cuerdas son las que se amarran en las naos
los Hipócritas con los calzones repletos de heces
del Silencio.
O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente.
E os que lêem o que escreve,
Na dor lida sentem bem,
Não as duas que ele teve,
Mas só a que eles não têm.
E assim nas calhas de roda
Gira, a entreter a razão,
Esse comboio de corda
Que se chama coração.
Fernando Pessoa.
Pessoa decía que el poeta
era un gran fingidor
por eso en esos fingimientos los alaridos de los tejados
contra el rayo solar
pueden asemejar en las noches de Las Perseidas
un estrella dentro de la astrología
de lo que jugó sin el extracto
de aquellas limas capaces de romper las cárceles.
Cárceles de gajos que supuran dentro de nosotros,
donde duermo en cadencia perpetua
y yacida de cumbres
no temo muerte alguna
de esta piel que sabe a pomelo y a membrillo,
de las piernas en flacidez
de noches en vigilia
siendo mar, mar, mar,
contra el interior humano
de toparnos ante la indefensión aprendida de que nada es lo que parece,
por eso en fingimientos vamos tatuando cada esquina del cuerpo
y llamamos amor, a la daga,
en este paseo de los Jardines de Calixto y Melibea
en que usted estimó más la cadena
de oro, y cuerdas son las que se amarran en las naos
los Hipócritas con los calzones repletos de heces
Astronauta de la Catedral de Salamanca. |
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