Karmacería.

Acabo de despertar del trance
entre cubos de basura magullada. 
Tengo el corazón en el mástil
sin la necesidad
de saber que va a exterminar
la palabra.
Con los tobillos rotos
ya es demasiado tarde para emprender el camino
de vuelta a la madriguera.

Y como dice mi santa madre
el veneno que purgó la herida
en la lengua de escoceduras
tiene el sabor de lo que se aplicó en su escuela.

Un país llamado Karma.




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