Despedida de la Regadera con el recital conjunto. Lladó versus Vayá.
Javier Vayá Albert y servidora fuimos los encargados junto a Fran Picón desde Zaragoza con la presentación de su poemario "Instantáneas entre penumbras" y con el remate de una apoteósica y participativa JAM, los artícifes de tras más de 5 años de actividades culturales en la Regadera de dar el cierre a un lugar emblemático del Cabanyal capitaneado por la poeta y gestora cultural Beatrice Borgia que hizo que por sus puertas hayan pasado diferentes voces y gente de todo alumbramiento.
Un local vegetariano que no dispensaba Coca Cola y que tenía en sus muros arte hasta en el mismísimo inodoro.
Javier Vayá, lo descubrí en un recital a dúo en Ruzafa, y ambos admitimos que sin conocernos la química para trasmitir no fue la adecuada a como nos gusta entregar nuestra alma a la jauría. Por eso decidimos que si el destino poético nos daba una oportunidad, nuestra amistad ya se había consolidado, iba a ser a muerte con la misma intensidad que amamos la vida.
Javier es un poeta con una aire físico a Aute, fumador y cinéfilo, le vaticino un futuro ya más que consolidado y brillante, con su realismo sucio, discípulo de Bukowski o Karmelo C. Iribarren, tocayo de tantos y colega desde niños de Nel Setanta Dos (poeta valencià) que rezuma sencillez y destripa el poema como nadie, sufre el verso y lo exorciza.
Su carrera poética no tiene desperdicio; se patea todos los garitos y pare el poema bajo el manto de un sufrimiento que lo hace auténtico. Él no finge, cuando recita lo cortan en heridas. Un gran tío que me cae de pura madre, y que me rindo por su profesionalidad en cuanto a publicaciones y editoriales a su otra gran pasión como es el cine o la música.
Gracias Javier por ceder a compartir la palabra, a mis caprichos, en esa tarde de Junio, en una despedida pero que fue la deuda que quedó pendiente en aquel Septiembre del 2014, y que hermanados intentamos ofrecer lo mejor de nuestros poemas de raíz y esternón.
Próximamente en Aleatorio (22/07) en Madrid y colaborador de La Gaya Ciencia.
Larga vida al Vaquero.
Poema de Javier Vayá Albert.
TE ECHO DE MENOS
Te echo de menos
como se echa de comer a los cerdos.
Te echo de menos
como se echa a una jauría
de perros en pos del fugitivo.
Te echo de menos
como se echa por orden judicial
a la gente de sus casas.
Te echo de menos
como se echa el desecho vivo
al cubo para los perros y los cerdos
en el quirófano.
Te echo de menos
como a una oscuridad consentida.
Te echo de menos
como a una posibilidad esfumada
que reverbera en la memoria
de diez mil hombres muertos.
Míralos; transitan ahora
a lomos de algo que dejó
hace tiempo de ser tiempo
ante el aglomerado de orfandad
adquirida por osmósis
de sus diez mil madres.
Te echo de menos
como la sangre petrificada
perdura entre los dedos.
Te echo de menos demasiado
para no ser una mujer desnuda.
Un amigo extraviado
entre el papeleo.
Un país por el que matarse
estúpidamente la vida.
Te echo de menos demasiado
para no ser ni tan siquiera
la inspiración y lucidez necesarias
para que este poema
te invoque y defina.
Te echo de menos demasiado
para saber tan solo
que
antes
estabas.
Que antes estabas.
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