NOCHE DE DIFUNTOS

Mi madre.

Mamá.

Te has vuelto de parafina
lloras como la vela
latiendo tornado tu cuerda.

Mamá.

Que duro,
es oír la música
de la gota que cae
sobre el lienzo
y se vuelve rígida.

Con mi uña,
mal cortada,
voy rascando las huellas del tiempo.

Madre
no entiende usted
que mis palabras de sosiego no tienen puerto,
escucho 
como se derrite su voz.

Madre no restan muchos altares.

El cirio
se acorta
con las ofertas de los supermercados,
las series dominicales,
el eco de las gaviotas.

Madre no soy vuestra madre,
abrid cordel, una mecha
honrando el pasado,

pero estoy viva,
no muerta.

Como figuras de cera.

Y madre lloráis por vuestra madre,
desconsolada,
y no sabéis que yo también soy hija

Y madre.

Por el pecado.
La palabra más alta.
El exilio.

Madre 
no 
vuestra madre.

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