BITÁCORA DE MADRID II
Bitácora de Madrid II
Me gustan los mapas de papel
y profanar la pisada por mis botines azules
haciendo honor a mi sobrenombre;
Doña Cansina de Pesada y de Fuentes.
Es una divagación morbosa, en Casa Luciano,
mientras da vueltas una taza
llevando en sus entrañas
el chocolate más claroscuro
que un aguafuerte.
Vira
a la espera de un plato,
dos azúcares
y unos churros de Lazarillo de Tormes.
Colín (sonido del microondas)
Me desperté del trance,
todos los rostros masculinos
incierta apariencia tenían.
II
De madrugada, trémula,
me había resfriado,
envuelta por sábanas
que emanaban olor a cloro
me levanté desvelada
asomando la sombra
por un pequeño balcón neoclásico.
La grietas del techo
y su pintura aún húmeda
escondiendo
la vergüenza del moho.
Y sonreí tuerta
al ver la bandera que rebelde
surfeaba a la calle,
llena de chicos-olas
que cantaban borracheras
a las fulanas.
Principito siempre quiso
morar en una estrella,
de tela con cincuenta estados
de cadencias
y complot al juego orquesta
por parte de los elementos colindantes.
Me gusta jugar.
Me gusta viajar.
Principito siempre quiso
morar en una estrella.
Mandé un mensaje
de telefonía móvil
pero la cobertura de madrugada
se va con las serenatas
y las muchachas
con vestidos, de una talla menos.
III
Estimado caballero de la espada de madera,
no olvide usted,
su alteza,
que el fin es una meta,
un camino visto desde catalejo,
el fin es un objetivo
y nunca fue obstáculo
en sus cruzadas mundanas.
No justifica los medios
ni los enteros.
En fin.
IV
Tenía 39 de fiebre
y Atocha revelándose
catalítica en una hostal
todos los recuerdos,
cerré el doble aislamiento
y me volví capullo
en una cama doble
de melancolía.
Amanecí como siempre
con tu soledad
trajeada.
Me gustan los mapas de papel
y profanar la pisada por mis botines azules
haciendo honor a mi sobrenombre;
Doña Cansina de Pesada y de Fuentes.
Es una divagación morbosa, en Casa Luciano,
mientras da vueltas una taza
llevando en sus entrañas
el chocolate más claroscuro
que un aguafuerte.
Vira
a la espera de un plato,
dos azúcares
y unos churros de Lazarillo de Tormes.
Colín (sonido del microondas)
Me desperté del trance,
todos los rostros masculinos
incierta apariencia tenían.
II
De madrugada, trémula,
me había resfriado,
envuelta por sábanas
que emanaban olor a cloro
me levanté desvelada
asomando la sombra
por un pequeño balcón neoclásico.
La grietas del techo
y su pintura aún húmeda
escondiendo
la vergüenza del moho.
Y sonreí tuerta
al ver la bandera que rebelde
surfeaba a la calle,
llena de chicos-olas
que cantaban borracheras
a las fulanas.
Principito siempre quiso
morar en una estrella,
de tela con cincuenta estados
de cadencias
y complot al juego orquesta
por parte de los elementos colindantes.
Me gusta jugar.
Me gusta viajar.
Principito siempre quiso
morar en una estrella.
Mandé un mensaje
de telefonía móvil
pero la cobertura de madrugada
se va con las serenatas
y las muchachas
con vestidos, de una talla menos.
III
Estimado caballero de la espada de madera,
no olvide usted,
su alteza,
que el fin es una meta,
un camino visto desde catalejo,
el fin es un objetivo
y nunca fue obstáculo
en sus cruzadas mundanas.
No justifica los medios
ni los enteros.
En fin.
IV
Tenía 39 de fiebre
y Atocha revelándose
catalítica en una hostal
todos los recuerdos,
cerré el doble aislamiento
y me volví capullo
en una cama doble
de melancolía.
Amanecí como siempre
con tu soledad
trajeada.
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