DE PROFESIÓN COSTURA
I
Siempre fui una pésima modista,
me pinchaba con las agujas
y bordaba con hematíes
mi nombre en puño de blusón.
Cuando al maniquí colocaba el chaleco
usaba mis dedos
como botones.
Tarde nunca,
descubrir que la madeja, los hilos y las costuras
formaban costa
de otra mujer que en mí no existía.
II
De niños
nos secuestraron,
nos alimentaron con máquinas
igual que a piedras,
el amor era un liquen
y antes que montaña fuésemos
nos enseñaron a exterminarlo
con gas .
IV
Gracias por no socorrerme
por dejar a la deriva mi hoja, como una hada conversa,
por no auxiliar mis manos en el acantilado,
déjeme caer al foso,
me gusta el subsuelo.
V
Qué paradoja vinícola
no tengo miedo al dolor
pero sí a los sentimientos.
Primera clase de guerra.
VII
Si me encuentras por alguna estación de tren
o campo de refugiados
y vez las cicatrices de bala
que como sonrisas te miran a los ojos,
sabrás que te habré sobrevivido,
y sólo mi espalda podrá consolarte.
Siempre fui una pésima modista,
me pinchaba con las agujas
y bordaba con hematíes
mi nombre en puño de blusón.
Cuando al maniquí colocaba el chaleco
usaba mis dedos
como botones.
Tarde nunca,
descubrir que la madeja, los hilos y las costuras
formaban costa
de otra mujer que en mí no existía.
II
De niños
nos secuestraron,
nos alimentaron con máquinas
igual que a piedras,
el amor era un liquen
y antes que montaña fuésemos
nos enseñaron a exterminarlo
con gas .
IV
Gracias por no socorrerme
por dejar a la deriva mi hoja, como una hada conversa,
por no auxiliar mis manos en el acantilado,
déjeme caer al foso,
me gusta el subsuelo.
V
Qué paradoja vinícola
no tengo miedo al dolor
pero sí a los sentimientos.
Primera clase de guerra.
VII
Si me encuentras por alguna estación de tren
o campo de refugiados
y vez las cicatrices de bala
que como sonrisas te miran a los ojos,
sabrás que te habré sobrevivido,
y sólo mi espalda podrá consolarte.
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