Ese maldito olor del incienso.

Él jamás sintió lo que podía
cobijar dentro del páncreas.

E inexperta quise amar a un gato.
Qué cuando se siente atrapado, huye.

II

Cuando he leído en tus ojos
los parajes más bellos de la tierra,
los cielos, el karma, los trenes veloces,
la comida copiosa, las noches místicas,
el gozo, el temblor, el aplauso, la herida.

He visto dentro de tu pupila
tus interminables viajes de profeta.
Moribunda tu cuerpo
me devolvía a la vida, pero, es
tan complicado levantar la losa
en qué decidí encerrarme.

Que a pesar de tu belleza indescriptible.
El sonido amante y un temblor
que desconcertaba el pensamiento.
No me sumergí en un mar de amapolas.
Ya no confío en ti.
Tu silencio fue cruel y despiadado.
Los cuerpos desnudos.
Y el alma bajo llave.

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