Los espíritus quieren descansar y la Queta.

Imagen de cementerio de Polonia en la festividad de Todos los Santos

El apagón sobre el césped marmóreo 

descubre las esculturas de alas

con una voz,

que recorre sigilosa 

la memoria de los espíritus.

Legado de oficios y linajes, 

de ruecas que la parca aleccionó 

en su cometido sempiterno.

Queta, audaz ráfaga del mutis, 

que pulcra la misiva del inspector de las ánimas.

Piedra troquel, quiromancia del sino,

tú irrumpes al rumor de las flores 

con la guía de los cipreses.

Queta, que rodea el duelo 

con su vigilancia de osarios mudos.

De herederos que recogen

la miel de los pétalos. 

La de una mujer, detective con prismáticos,

que esparce la simiente 

contra el olvido.

Los espectros,

en el aposento de su casa de apuestas,

han puesto una zancada

para que el hombro sea un limbo 

de tregua y cuidado.

Entre la tierra de un cuerpo de seis años 

llegó el veredicto con huellas de justicia.

La hazaña de la investigadora privada 

del camposanto en Castellón.





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