Avenida Valencia
La poesía, sí, ese temblor de hiedra, pasamanos nogal que busca la mano ágil. Las calles con zapateados de distintas morfologías en un acicalamiento del Levante. Los ludópatas apostados en el bordillo, visión de fin de juego, que apuran la colilla en su frenesí alucinógeno. Las chicas de tez tostada con hipo de cerveza y los pretendientes, durante el baile obsceno, de los pagafantas. Esta avenida de supermercados y hienas sobre la matriz "asfalta" en su reguero de autos y buses que une la malquerida con el anhelo. El Telepizza con su apatía roja de frente a un restaurante indú de luces inexactas. El kiosko de la O.N.C.E. , la nave espacial que verde crece al amparo del árbol. Esta calle larga como una dieta, poblada de rostros del mundo, de estirpe y aceras que se turnan el sol a jornada partida. Es mi ruta al centro de la tierra, mi cauce gris, mi cauce marrón cuando el temporal lo anega. Cajeros, fruterías, pollo asado ...