La buena suerte del trébol de cuatro hojas

 En ocasiones, la vista se nubla 

ante la urgencia de las mañanas 

que se acolchan con la amistad, 

de aquellos corazones 

que han aprendido a escuchar tus fracturas.

Y, en cierta manera, 

con su presencia sanan 

los desajustes de la vida,

las permanencias ocultas 

que larvarias carcomen 

las zonas escasas 

donde la esperanza resiste.

Porque no somos más que gotas, 

nocturnas de rocío,

deslizamiento en un sistema poliédrico,

de noches donde dormir 

se convierte en una cima

y el pan se desvanece, entre tus dedos,

para ser devorada por las palomas.


Y cerrar un libro

y apagar la bombilla

y sorber un trago de agua

para deglutir aquella decisión 

que postergada, en el refrigerador de tu pecho,

se enquista y te hunde

hacia este poema 

que no conoce fondo.


Por eso, te agradezco amistad,

tu sostenibilidad con mi pena,

el enclave de un solo hilo 

de mi chaqueta cordura.


La buena suerte del trébol de cuatro hojas.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de "Hasta dónde el daño" de Fer Gutiérrez

Reseña "Piscina del Oeste" de Ágata Navalón

Reseña "Pústulas" by Raúl Ariza