Los días claros (Ediciones Deliciosas) y Karmele Ruíz de Gopegui




Existen días en los que el cielo nos deslumbra con su luminosidad; durante segundos, un halo blanco y brillante nos ciega. Es la misma sensación de la búsqueda de un recuerdo en la memoria, el cual huye y se traslada a aquellos lugares donde fuimos felices y, sobre todo, guarda la complicidad de aquellos seres queridos que amamos y que el tiempo nos arrebató.

El libro "Los días claros" de Ediciones Deliciosas (Nares Montero) de la autora Karmele Ruíz de Gopegui, es un libro cómplice de la vida de la autora, que homenajea aquellas ráfagas de luz que nos teletransportan a la exaltación poética de la niñez a través de los cinco sentidos y el homenaje a los totems de su familia. La dicha queda eclipsada por la rapidez de los sucesos desencadenantes, en flashes de evocaciones descriptivas que, en ocasiones, se convierten en pérdidas físicas solo resucitadas a través del ejercicio poético, el cual también nos narra con su prosa paisajes de vacaciones o hechos concretos y secuencias que, igual que en una película, la autora recrea y que nos invitan a cruzar un puente pictórico que retrata todo un sistema de sabores, juegos, olas marinas, amores, abrazos... la sociedad de los noventa calibrada con sus vivencias y que, con ternura y destreza, la autora Karmele sabe conmover. Es curiosa la inserción de poemas breves o haikus entre los diálogos de esa lucha interna y, a la vez, irrefrenable de la rotación generacional. En la parte última del libro, Karmele humaniza al poeta y lo agrega a su sistema planetario del "rayo que no cesa" en medio de un azul puro y creativo, de raíces vascas, y un universo de nostalgia no exento de calidad y prestanza literaria.

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