Baño de chocolate

He conversado contigo

con el paracaídas de la tristeza,

entre líneas telefónicas 

de este país a otro nido extranjero.

Tu voz cisne 

que no percata el canje de la atrocidad

de lo que tuvimos y ahora,

se deshiela en Bélgica.

Los amores locos 

que escalan picos,

la extracción del metal canario 

para el alimento de la desquicia.

Yo que te amé tanto,

como amé a otro y se fue con el avión de turno 

por el camino contrario.

Tú revisas los andenes 

y cuelas la pena 

con tinajas de hilos y de radios

conservas el diálogo

de los heridos por arma alba 

en el sacrilegio de lo que nuestros cuerpos

arrestaran

y en la mente no existe.

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