El cielo

Esta magnificencia

que extiende su manto oleoso,

te arrebata el latido cuando menos te lo esperas.

Los árboles se hospedan

en tus ojos, la pupila se rinde 

al órgano de la tierra.

Aquí no existen elefantes, 

pero la memoria atraviesa el viejo camino

de una tundra de matorrales.

Agua curva, cosecha de paraje:

Jamón, aceite y poesía.

Yo quiero morir en este paraíso.



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