Infamia

 ¡Qué gran pared!

La que se edifica con la falsedad

que tú has propuesto

sobre los tuyos.

Ladrillera del vértigo

que ha plantado 

la indiferencia de la mala hierba.

En mi piel, ortigas velludas,

que tú has regalado 

con la injuria de tu lengua,

para volverme una leprosa 

ante los ojos que tanta estima 

derramaron.

He de decir que duele el desprecio 

de lo que tal vez fue 

una pose.

Tú que finges ganar todas las contiendas 

de Ítaca,

de carreras de coches.

Torear las fieras.

Amansar la ola.

Y yo con este pedazo de corazón entre mis manos

el alimento de los palomares 

en este concierto tabú 

de recibir piedras, montículos oblicuos, 

de desdén y una cara carbón.

Yo que coso tu herida.

Yo que curo tu gen deliberante.

Yo que sano la legaña para que brille tu lego.

Cómo si fuera nada, 

un infecto, una cuerda de ahorcado.



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