Es la hora.
Es la hora del adiós,
de soltar el amarre
y dejar que la alimaña campe
por la incertidumbre.
Es la hora de la interrupción,
del cable eléctrico
seccional y el hielo fuera del frigorífico.
Es la hora, en que debo vestirme,
de una vez por todas, y salir de tu cama,
charco de pintura acrílica.
Es la hora de recordar como me llamo,
calzar aire
y montar en la escoba de la cocina.
Es la hora del desahucio,
de creer lo inimaginable,
de asumir que existen amores fingidos,
en el asfalto con incrustaciones
de pilas y de trozos de cristal.
Es la hora del adiós,
de amar otro cuerpo,
de cambiar el camarote.
del barco.
Es la hora y tú lo sabes.
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