La huella
Los cuellos de las camisas, marcados por maquillaje, son un hándicap para quienes creemos en la bondad humana. Los frotas con vehemencia durante un largo tiempo, y apenas el rastro desaparece, queda una mancha de arrastre como el poso de un cadáver lanzado desde un barco, un tono cárnico desleído por el detergente y el agua calcárea que se apoderan del tejido y te expían igual que el pecado visual de los vendedores de humo y la falsa amistad que deja impronta con el roce sin cariño.
Muy alegórico. Enhorabuena. Sigue por este camino y cuéntanos acerca de manchas más permanentes, imposibles de limpiar algunas.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Julio, por tu agudeza inmaculada.
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