El lagarto de Lorca
Te conocí verde,
del mismo color del rotulador
que subrayas indistinto a los folios.
Un verde cocodrilo
y yo te quise, a pesar de la cordillera
de tu boca reptil,
con la prominencia
de un cristal roto
que corta y corta
hasta despellejar a uno el alma.
Yo te quería
y cuando más verde fuiste
me creí tus lágrimas.
Verde hepático en tus mejillas
que adoraba como el titán a su presa,
yo que cuidé a tus hijos de los palmerales
y maté a cada uno de los demonios
que se asomaban por la nuca.
Lacrimógenos de furia
antes de zambullir a la víctima
y ahogarla con la misericordia
del que te ha atado con un cordel de seda
y piensas estúpida
que no puedes salir corriendo.
Corre, corre y no mires atrás.
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