Vera Moreno "como la nieve, el fuego"
¿Pueden los pequeños objetos de la cotidianidad simbolizar la magnificencia del universo?
Vera Moreno conforma su obra "como la nieve, el fuego" ( Huerga & Fierro editores) en un recorrido poético, dividido en tres actos que anticipan como en una gran ópera un final apocalíptico (el oráculo), a través de la perspectiva de un sendero urbano y un ojo avizor que inserta las señales de las consecuencias del calentamiento global y de los desastres ecológicos para el planeta.
Su inicio con una cosmovisión Dickinson, relativiza el entorno para recabar una serie de secuencias reales y cronológicas vinculadas con la meteorología y la dejadez mortal (basura, suciedad, contaminación, falta de amor y de empatía…), que en el microespacio del hogar y de su ciudad de residencia, adquieren una gran relevancia.
La poeta Vera Moreno identifica al árbol con el ser humano, se mimetiza con la naturaleza, reivindica la pluralidad del género existencial con las vocales y trasfiere toda su fuerza con la sinergia en la figura del perro-poeta Noel (ahora entiendo que él aparezca en la foto de la biografía), que implica la pureza del que se guía por sus instintos, la generosidad altruista y representa a todos aquellos inocentes, víctimas de la deshumanización, conflictos bélicos y plagas mundiales. Un cántico que evoluciona al rezo y a una situación agorera de los que somos espectadores y necesitamos urgentemente que nuestras consciencias se resuelvan en actividades que quizás no son grandes hazañas, pero que pueden ser redentoras.
Es manifiesta la autodestrucción, la nieve y el fuego como tótems, alivios de serenidad y a la vez atacantes al medio, ¿en la condición de las personas ejerce el equilibrio del bien y del mal?
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