Si bebe no conduzca

En el curso un coche de alto gamo 

conduce muy despacio

y len ta men te 

parece una tortuga con llantas.

Los rezagados empezamos con maniobras 

y música de fondo 

a entretejer una sucesión

de adelantamientos.

El conductor de dicho auto 

tiene dos bolas de billar 

clavadas en sus ojos.

Las ventanillas abiertas 

como piernas exhaustas 

que invitan a toda la procesión lateral 

a observar con ritmo, 

cambios de marchas 

y el pie en el freno, 

su rostro pasado de copas, 

su boca de requesón farmacéutico, 

el estrago de una noche en Bagdad 

por la fina harina de maíz

que ejerce de conductor de élite, 

en un mundo 

que reclama su espacio en la calzada.




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