Trayectoria balística

Por las mañanas los carriles

enhebran la chapa portuaria,

guirnalda metal 

de lo que acontece.

El sol perfora el cielo 

con diapasón 

el desparejo de los retrovisores

hacia la montaña, la cual se une 

a la carrera diaria de los corazones con ruedas 

en una intolerable velocidad.

Pasan rápidos, 

pasan rápidos.

Y la niebla del cuello arquitectónico

ciega a la liebres equidistantes.

Onda se intuye lejos 

en esta rotonda, desvarío 

de vértices y la soledad, sí, 

la maldita soledad del conductor.

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