Arce anatomía
Cercanías de la fuente afónica
y del tiempo, color regaliz,
que tañe su casa de cuerda
en busca de un reposo.
Recuerdo que existía una vida
donde los cipreses se vestían de abanico.
El amor pasajero
con un equipaje de mano
de billete inoportuno.
Cabina al traste
y un altavoz anunciante de parada.
Yo quisiera
escribir un poema de amor
a este tránsito
de vagones y lagarto,
pero el cobijo de la noche
ha cubierto mi palabra
sin caricias.
Mi amor, tren trenzado de azucena
no ha llegado a su destino
por mucho que la noche
quiera cegar los ojos de pizarra,
créeme, aunque vea pasar la ciudad
de una consonante a otra.
Creo en el amor venidero,
porque la lluvia, sí, llegará
para limpiar de noche este paso
a nivel.
Imagen de Akira Kusaka.
Sin esa fe, a ver quien es el guapo que se levanta por la mañana a cruzar los pasos a nivel del tren del destino. Muy buenos estos últimos poemas. Te noto inspirada y fresca. Enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenos días, querido Julio, fe ferroviaria.
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