Efemérides
Los domingos por norma establecen
el bostezo de los quioscos.
El pan y el periódico siempre han tenido
una consagración alusiva
con la gente que comulga durante el paseo,
bajo la atenta mirada
de los gorriones.
Luego los supermercados se adjuntaron
a la iniciativa dominical
para abrir de par en par su mandíbula
y ser el lugar idóneo
para esquivar la temporalización.
Nunca he entendido que en un segundo
se pueda congregar a tanto despistado
en una cola felina hacia la caja.
Nosotros los hacinados "shopping",
harina refinada
del hábito maldito,
nos han convertido en esbozo
de una compra urgente.
Los besos y las carantoñas
son un sobrante de conserva
en la despensa vacía del suministro,
que percibe la anomalía de la saciedad
en los clavos de las ofertas de la semana.
La verdad, no sé qué te ha ocurrido...
¿Eras una acelga o una achicoria?,
¿el melón con melodía del fracaso
para tener el mismísimo sabor de un pepino?
Un paquete.
Una lorza de embutidos.
Sí, fuiste un objeto inanimado
que yo devoraba por la apetencia del alma.
Lince de altura era demasiado para ti,
pequeño ratón de biblioteca.
Y pienso, errónea o no, que la compra
en un puñetero colmado
sacia el hueco de lo contrario.
Los antiguos migratorios del pan y del vino
de voto
para escapar de la realidad.
Un mal día para morir, Don Gala.
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