Safo resucitada

Cruzar el centro comercial 

ataviado de luces.

Con los focos de ahogamiento 

y la gente abanico

de un sector a otro,

regalías de ascensores.

De repente, el cruce 

de un joven con un libro 

recitando a una chica unos maravillosos

de Safo.

Creí ver amanecer

en mi tarrina de helado.

Y sonreí, en la grifería de los grillos metálicos 

para atestiguar

que la esperanza existe

en un comercial centro 

de mano de dos enamorados

entre las bambalinas y el vestido al por mayor.











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