Besugo Styles
Eusebio era un hombre altamente bajo en razones, equiparable a unos grandes almacenes.
Cada mes tenía una retahíla
similar a las campañas
que abarcaban las cuatro estaciones de no Vivaldi
y todo tipo de contraofertas
de precios menores
y paños navideños.
Con el tiempo se convirtió
previsible
el modo en que al primer frío
se convertía en un abrigo de franela,
o se devaluaba en agosto
en liquidación "in extremis".
El problema era que yo siempre llegaba tarde
a la hora de apertura,
con demasiadas colas y pocos unicornios.
Todo era una rebaja
y los arrumacos
parecían fuera del alcance de mi bolsillo.
Así que un buen día decidí
la segunda mano, exenta de tanta presión
mediática.
Porque más vale un saco viejo
que un anuncio televisivo
lejos de la joven realidad.
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