Hierbas de San Juan
El corazón precisa
de un cortacallos diestro
para mondar aquello que enjambre duele,
el legado visto
a la intemperie de los órganos.
Cuando la tarde se viste nupcial
de nubes
y el ocaso flagela su luz
contra el cristal de la ventana.
Esta angustia de hipérico,
ronda de espuma
que no amortigua este lastre de días.
Casi un año, y mis alas se han atrofiado
de ramajes. Este deseo
de volver al mundo
como un ciego que recupera el mar dentro de sus ojos.
La nostalgia se queda chica.
Y la melancolía de uno no vale si la padecen muchos
por las causas ajenas de los vientos,
Y dejan el corazón expuesto.
Como una pinza solitaria en el alambre.
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