Cosmética

 

En las noches que llueve barro
las calles imitan el escenario
de una ciudad encantada.
Quizá desean las nubes
convertirnos en piedra
para detener el tiempo
y paralizar los poemas
al amparo de los cuerpos con la arcilla.
Taponar los huecos de la duda
y cegar los espejos de los coches
para transportarnos
con la intuición de los equinos.
Cubiertos de un cobre manto
de polvo y tráfico itinerante,
la tierra viajó desde lejos,
hecha de las partículas de la añoranza
y de los paisajes donde conviven
nuestras familias.
Moléculas de besos
de incalculable
valor, parecidos al lamento del exilio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de "Hasta dónde el daño" de Fer Gutiérrez

Ánima-les

Reseña "Piscina del Oeste" de Ágata Navalón