Abanico

 

Cansada pliego las piernas
porque son el libro diario de mis andares;
recojo mis ruidos
y los coloco en una mesa
como en el reparto de la baraja
de una arqueología,
la de desmontar el cuerpo y enumerar
las ciudades que aún están por ver,
las frutas que serán desconchones de verano
e incluso los cielos
que habitan en las películas.
Sacudo la caspa
del que regresa al hogar,
con la pesadez equilibrista
de desmontar todos los pasos en uno.
La doblez de un sainete de órganos
que reponen fuerzas
para pensar que una vez arrecie el viento,
la cometa puede desplegarse
y luz sacudir de una energía
que dura como una flor en un vaso.

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