La fortaleza
La tos de un coche
saquea el álamo de aquellos templos
que, de hormigón ,observan un nuevo día.
Los colores van tomando la forma de los "astros-nautas"
y la fe, vestida de topos y aguadulce,
golpea con ahínco a tu puerta.
Ya sé, que soy una obstinada
que ni los insectos sin alas, ángeles de los desaparecidos,
menguan este amor de sigla.
Cómo quedar impasible al desbordamiento de tu río,
al olor de buzo, a la autodestrucción
del ser, a paso de cuchilla, tenedor y platero.
Que mis poemas cruzan la calle
hacia la senda de luz de tu desplome.
Y golpeo con vehemencia hasta que se caen las manos de pena,
las uñas lloran,
mi corazón reblandece...para que abras y no arrastres
la lacra que a todos nos guía
al matadero. No quiero llegar sola
a la marea, quiero que rompas la colina
y quemes las sábanas fantasmas que arropan tu ciprés.
Quiero, que abras la puerta.
Me llama la atención esa "puerta" metáfora del deseo y del amor a algo imaginado. Muchas veces cerrada, nos incita más a amar, a desear y nos hace vivir más intensamente, que abierta.
ResponderEliminarUn abrazo. Enhorabuena por el poema, muy bien y en tu línea.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias Julio,la puerta es en sí la persona que puede cerrarse o abrirse al mundo... El inconveniente es cuando se abre y se cierra constantemente. Gracias Julio, por tu apreciación; el karma fue beneplácito contigo, eras la persona adecuada para recibir la ilustración de "La complejidad de Electra".
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