Gilinecesidades

Existen silencios papilomas

que se enquistan en la faringe, aguaceros

de monarcas de sofá y panorámicas digitales.

Ellos escupen serrín y no soportan el bien de los demás.

Desde su colchón

salvan el mundo

atreviéndose a juzgar a quien le ha perdonado.

No importó la escasez, una dirección

a donde las palabras tuvieran cobijo

cuando los terremotos laceraron

mi corazón rana y la muerte de un animal

asoló los desiertos de Almería y no los de las Vegas.

Hipócrita amistad ofrecida

la del tunante que construye ofensas

a la gente que trabaja con las manos,

la que limpia letrinas si hace falta para que el pan y el nido

tengan el pilar para proteger al copo de la intemperie.

Que de noche golpeada

estudia mientras otros sacan lustre a su corona

y te venden por el primer mejillón de la pescadería.

 


 


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