Paseo de la gente

Al salir el sol, la garriga se enciende literal
mientras voy subiendo la cuesta. Porque no es, lo mismo una superficie llana
que encaramarse a la piel de la montaña.
Va la penumbra de tonos
alumbrando mi paso trote entre los árboles.
Los pájaros me hacen sonreír.
Y las sombras se tiñen de blanco
a medida que la calidez se levanta
de su horizonte.
Con la mascarilla los olores se esconden
tras las piedras.
Y algún brote de romero
entre mis manos reclama la protección        de todo aquel que vive fuera de su país.
Parece mentira que yo que he amado tanto el mar, saboree los milagros de la tierra.
Con grandes ramificaciones.
Casas de puebla.
Y un verdor que te cambia el color del cielo.

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