La diálisis de la nostalgia

Recluidos en el arca
hemos lidiado con diversos canales
de tormentas y embestidas.
Los cetáceos de la incertidumbre
o la ola de la lalopatía de no articular aquellos temores.
La lengua quería reptar por los días felices
con el abrazo familiar que aún parece una tierra prometida,
prometida de madres, de caldos y besos mudos
sobre la frente, cuando el cuerpo tiembla
como un niño mojado y el espejo
te retrata en un abultamiento
de patas de gallo con pieles de gallina.
Supongo que envejecer en el cautiverio
es un tiro certero en la sien,
las voces no bastan a través de hilos de alambrada.
Y te consuelas porque la enfermedad
pasó de puntillas por tus despojos.
Recuerdas tu primer paseo en bicicleta,
un amasijo de hierros bajo la lluvia.
El contorno lazo del niño recién vivido
que ahora te sostiene con tenazas de titanio
para no tropezar en la proa, y escupir el tiempo
en una frase de abordaje.
Recluidos en el arca, contando los soles
para los nuestros que aprendieron a nadar solos.

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