Disfruta de temporada

Cuando un ser inicia el tránsito,
una mandíbula alienígena muerde tu costilla.
La cojera del tórax
con el dolor de la mordedura llena de limo,
con el corazón descubierto
que mira al mundo sin ningún amparo.
Los recursos de la memoria se agolpan
y te advierten que mejor
recordar la impunidad antes del descenso
a la morgue de la mujer frutal.
Acatas en medio de la vorágine
esa estúpida orden de vuelo con la visión hermosa,
cobarde de ti, en que deberías correr hacia la sierra.
Y adorar un cuerpo que precisamente
por no tener cama, necesita más abrigo
que nunca. Malditos traumas
de botellas vacías y rascacielos
de golpes de ascensor.
Con fases que aprietan tu yugular
y unos pies que quieren aterrizar en el nido.
Cuando muere una persona
que te ha hecho sentir querida
y ha cosido recuerdos de lonas
al circo astral de tu mísero.
La cobardía hace añicos,
con el desconsuelo de los que protegen sin escudo
y se marchan a un nudo de morfina.
Por ello, haz esa llamada que siempre aguarda
tras la sombra del árbol, abrazo del rosal.
Besa los párpados de los niños.
Levanta tu ánimo y ama irresponsable.

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